Experiencia: ¿Que hay para mañana profesor? – Parte I

Las experiencias en nuestro portal habían cesado por un tiempo. Sin embargo aquí están de nuevo, con una de los relatos mas hermosos y bien escritos que he leído durante todo el año. Se trata de José Dalva y todo su recorrido desde Valencia, estado Carabobo hasta una recóndita ciudad de Chile que no es la capital, con un buen mensaje para todos los que desean en este punto del año, emigrar por tierra desde nuestro país. Esta experiencia no hemos querido relatarla por completo en nuestro portal, queremos que leas una parte y que luego te dirijas al blog de José para que la veas directamente en la fuente a la que hemos tenido acceso y que desde ya, agradecemos profundamente.

Experiencia Que hay para mañana profesor

Advertencia al lector práctico

Esta es una bitácora de viaje muy detallada. Es posible que resulte menos prosaica de lo que esperas. Ahondaré en descripciones y detalles, mezclando los aspectos prácticos del viaje con otros más «espirituales». Sin embargo, en la última entrada colocaré un resumen de la información que posiblemente buscas: costo de pasajes, duración, horarios de llegada y salida. Buen viaje.

Primera parte: La Patria

Aeropuerto de Maiquetía Tras unos cuantos meses de clandestina preparación, y luego de haber informado a todos mis seres queridos sobre la decisión tomada, llegó el día de armar mi maleta, organizar mis documentos y dejar la comodidad de mi hogar para emprender un nuevo rumbo: la emigración.

Mi viaje inició el viernes 12 de mayo del 2017, a las 6.15am. Salí del terminal de pasajeros Big Low, en Valencia, Carabobo, y llegué al terminal de La Bandera, Caracas, a las 8.40am. Costo del pasaje: 3200 bolívares. Aquí me despedí de mi papá y de mi hermano Carlos. En su momento ninguna lágrima fue derramada, y el abrazo fue más corto de lo que el camino por delante pudiera ameritar, pero solo el cielo sabe cuánto he llorado por esa separación. Mi papá subiendo mi maleta al autobús, el apretón de manos, el abrazo y el hasta pronto son tesoros que alberga mi corazón y que me dan calidez en las frías noches de este nuevo país que ahora me acobija.

Ya en la capital, pasé el día con la familia de quien sería mi compañero de viaje y vida a partir de entonces, Ronny Sperandío. Almorzamos con su familia, dimos los últimos y muy conmovedores adioses con un nudo en la garganta y salimos rumbo a La Guaira a las 4pm, desde la plaza La Concordia.

Fue el papá de Ronny el encargado de llevarnos hasta el hotel Catimar en La Guaira. Nuestro vuelo a Pto. Ordaz, Bolívar, estaba programado para el día siguiente a las 6am, y debíamos estar en el aeropuerto nacional al menos dos horas antes. Por eso decidimos quedarnos en un hotel. El hotel Catimar nos llamó la atención por sus económicos precios y la opción de traslado al aeropuerto sin cargo extra en cualquier horario. Hicimos el check-in a las 5pm y pasamos la tarde viendo películas.

Al caer la noche bajamos al restaurante del hotel –cuyo servicio nos pareció pésimo- y dimos un paseo por la playa que queda frente al hotel. Pensaba en ese momento que estábamos parados en la cabeza del continente, mirando el Caribe y sintiendo su aliento caliente por última vez en mucho tiempo. Luego de eso regresamos al hotel, programamos el despertador a las 3am y nos fuimos a dormir.

Despertamos muy temprano y rápidamente nos preparamos para salir. En recepción ya estaban otros huéspedes que se dirigían al aeropuerto. De los ocho presentes, solo nosotros dos íbamos al nacional. Llegamos al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar –Maiquetía- y prácticamente despertamos a todos a nuestro paso. Aclaro nuevamente que estábamos en área de vuelos nacionales. Digo que despertamos a todos porque mi maleta era realmente ruidosa. Las rueditas estaban desgastadas, así que traqueteaban terriblemente al rodar. Y pensar que así la arrastré por cuatro países. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a la taquilla de Conviasa, la aerolínea en la que previamente habíamos comprado nuestros boletos, 32.000 bolívares cada uno. Luego de notar que no había nadie porque habíamos llegado demasiado temprano, pesamos las maletas, acomodamos un poco el peso –que no podía exceder los 23kgs.- y Ronny fue a que las embalaran.

Que hay para mañana profesor III Esta medida es muy práctica para evitar robos durante el traslado. Alrededor de las 4.30am inicio el movimiento: entregamos los comprobantes de pago, revisaron pasaporte, entregamos las maletas, nos dieron los boletos y pasamos al chequeo. Allí pasamos por el famoso detector de metales, pasaron el equipaje de mano por rayos X y nos hicieron pasar al área de espera. Allí tomamos asiento, de frente al naciente amanecer, nos conectamos al wifi de aeropuerto para informar del avance a nuestras familias y esperamos el inicio del abordaje.

Poco antes de las 6am abordamos el avión. Así iniciábamos el primer tramo, al despuntar el alba del sábado 13 de mayo del 2017. Fue mi primer vuelo. Me pareció emocionante, aunque corto. Apenas duró 50 minutos. Alrededor de las 7am estábamos aterrizando el Aeropuerto Internacional Manuel Piar, en la ciudad de Puerto Ordaz, estado Bolívar. Nos recibió un clima lluvioso. Tomamos un taxi en la salida del aeropuerto que nos llevó hasta el Terminal de pasajeros de Puerto Ordaz, que queda cruzando la calle desde la salida del aeropuerto. Allí enfrentamos una realidad que francamente no habíamos considerado: que los horarios de llegada y salida no siempre nos favorecerían. Suena obvio, pero en realidad no lo habíamos tomado en cuenta.

Sigue leyendo la experiencia de José en su blog personal. Comparte, es de valiosa ayuda para toda la comunidad.